A Pobra do Caramiñal contiene en su municipio algo más de 30 cruceiros. Algunos de ellos poseen un valor artístico y devocional muy singular. Estos cruceiros pertenecen al patrimonio cultural de Galicia y sus costumbres. Eran señales de la presencia de una identidad religiosa sobre el espacio y lugares de culto y veneración. En torno a ellos se fraguaron las más distintas leyendas e historias. Pero todos ellos señalaban la unívoca identidad de un pueblo a través de sus antepasados. En los cruces de caminos, en esos lugares donde se puede elegir un trayecto u otro, el cruceiro recordaba al caminante su elección moral en la vida, esto es, el camino correcto o el equivocado. Casi todos los cruceros portan en el alto la cruz de Jesús crucificado y de su madre María que las gentes los veían como referencias para elegir el camino correcto.
Hemos escogido 9 cruceros de Pobra como muestra de la calidad de los mismos.
Los tres primeros cruceros son de capilla y tienen la siguiente estructura: Una base sólida de piedra a veces en forma de escalera, un fuste tosco no muy elevado encima del cual aparece una capilla que tiene dentro una imagen de la Virgen María. En ocasiones esta capilla tiene decoradas las paredes de fuera con escenas concretas. Encima de la capilla aparece una cruz, con Cristo muerto y la Virgen detrás del madero. Otras veces sólo aparece la cruz vacía.
La capilla se corona con la imagen del crucificado y detrás, de nuevo, su Madre, en esta ocasión para representarla como Inmaculada. Rodean la capilla tres relieves con 4 figuras: a) Juan Bautista, precursor, que anuncia a Jesús, y San Pedro, piedra sobre la que se sostendrá en los siglos venideros el anuncio iniciado por el Bautista sobre Jesús; la representación de Juan Bautista señala al cordero de Dios que es Jesús, y Pedro es señalado por Cristo como la piedra que sostiene la Iglesia; b) El ángel de la Guarda, protector de todo cristiano, se encarga de guiarlo y protegerlo para que elija el camino correcto de la vida; c) San Francisco, modelo y camino a seguir en la vida para llegar a Cristo (su presencia destacada en el crucero viene de la mano del Señorío de Xunqueiras que promovió la construcción del monasterio franciscano en la parroquia del Xobre en la que se encuentra este cruceiro). San francisco aparece con los estigmas en las manos y los pies, esto representa a la persona que ha elegido el camino correcto y por ello mereció llevar los estimas de la pasión en vida como el “alter christus”.
Muchas personas se empeñan en datarlo en el siglo XVII o incluso en el XVIII, igual que el de Xunqueiras. Sobre una sencilla grada se levanta un tosco fuste octogonal que termina en capitel sencillo sobre el que se levanta la hornacina que acoge a la Virgen y encima el crucero con Cristo crucificado. La virgen es sin duda de corte tardo románico o gótico mariñeiro, y el crucificado es de gótico tardío. La Virgen esta coronada como reina, con una corona hermosísima como las de las tallas románicas; porta una manzana en su mano (rasgo este románico o gótico). La Virgen y el niño están en una posición hierática, bastante rígida, algo más propio del Románico que del Gótico, y el niño es de una edad superior a un recién nacido. Ambos a pesar de su hieratismo con sus ojos grandes transmiten una mirada dulce. Por todos estos elementos es difícil poder catalogar este cruceiro en el siglo XVII. Posiblemente en el XVII se hiciese una recomposición de elementos para dar como resultado el actual cruceiro, pero la Virgen y el Cristo, y también el capitel superior del fuste y la cúpula de la hornacina, sin duda son piezas anteriores que se mantienen en el XVII por un elemento devocional de gran importancia que ha llegado hasta nuestros días.
Los siguientes seis cruceros son representativos del modelo tradicional de cruceiro compuestos de los siguientes elementos: escalera en la que se encuentra incrustado el fuste, alto y esbelto sobre el que se sostiene una cruz con Cristo crucificado. Lo normal es que la parte trasera de la cruz lleve una imagen de la Virgen María. En algunos casos en el medio del fuste aparece una imagen destacada de la devoción del lugar, y en otros casos en el arranque del fuste pueden aparecer elementos simbólicos.
El cruceiro es de gran antigüedad, probablemente alguna de las piezas sea próxima en el tiempo a los orígenes de la construcción de la iglesia de Santa Cruz. En el medio del fuste aparece una figura que representa a un obispo con su báculo, seguramente se trate de san Isidoro, titular del arciprestazgo de Postmarcos.
No parece responder al estilo del crucero habitual de los cruces de caminos. Parece más bien una señal que indica algo concreto. Siempre se ha dicho que este crucero se encontraba en el límite que divide la villa del Caramiñal con la Villa de Pobra del Deán, en la carretera AC-305 en el punto donde termina la Rúa da Paz y comienza la Rúa Gasset. Sin duda este sería el lugar para colocar la señal que indicaba el termino en el que finalizaban las jurisdicciones de una y otra villa. Probablemente en este punto y señal, los jueces, alcaldes y procuradores de cada villa dejarían a los pies de esta cruz sus símbolos de mando al querer pasar a la otra villa. El cruceiro marcaría una “tierra de nadie” en el que dejar sus atributos de mando, y el propio cruceiro sería un elemento neutro sin ser propiedad de ninguno de los dos señoríos.
Esta base es una prolongación de lo que rodea al crucero: un gran cementerio. Es un signo de la muerte sin esperanza. Nos lleva a las profecías de Ezequiel (cap. 37) del campo de huesos secos. La esperanza se fortalece en el fuste que sube al cielo, indicando que sólo Dios puede volver a la vida después de la muerte. Sólo Dios, por medio de su hijo a través de la cruz, tal y como señala el remate del crucero. Pero hay una figura que puede interceder, por ser la mediadora perfecta entre el hombre sin esperanza y Dios: María, intercesora, por eso se la coloca de modo excepcional, en el medio del fuste. Ella está entre el ser humano abatido y desesperanzado y Jesús crucificado artífice de una nueva vida, como la que señala el profeta Ezequiel. Este es el sentido que se buscaba transmitir con este crucero, muy en diálogo con la ubicación en que se encuentra. Frente al camino de la vida y el seguimiento de la persona que ve un crucero al uso, ahora nos encontramos con la reflexión del momento mismo de la muerte y la experiencia de tocar directamente los “huesos secos”. Lo que lleva a hacer protagonista a María en medio del fuste como intercesora para que los huesos se revistan de carne y promuevan la resurrección.