A Pobra do Caramiñal cuenta con 7.130 metros de playas en las que se encuentran arenales extraordinarios, alguno de ellos vírgenes, otros casi inexplorados por el turismo general, en forma de calas en los que perderse contemplando la Ría de Arousa, donde todavía se ven encalladas barcas de pescadores, con el agua limpia y el sol luminoso. Todos los arenales cuentan con servicios básicos, y muchos de ellos con servicios medios o completos.
Esta localización hace que sea una playa de aguas más frías y menos recogida que las demás. Este arenal es de una gran belleza por su carácter virgen y su complejo de dunas con vegetación propia de ecosistemas costeros. Si la recorremos desde el límite con el Ayuntamiento de Ribeira (Parroquia de Palmeira) en dirección hacia donde muere la Ría (Norteste), finaliza la playa después de casi un kilómetro en la Punta da Corna, un saliente de rocas diseminadas que se adentran en el mar y se denominan “As Touzas da Corna”.
Hermoso arenal en forma de semi-concha con una longitud de unos 400 metros que finaliza en la “Punta da Insua”, que es un conjunto de rocas que se adentran en el mar y a 100 metros de la costa vuelven a resurgir del agua formando un islote denominado “Insua da Rúa”. Playa recogida, muy tranquila.
Es similar a la playa de la Illa pero más extensa, con arena blanca en un arenal en forma de concha que se abre desde “Pedra de Salverde” hasta “Pedra da Barca”. En total unos 800 metros de arenal con unas vistas preciosas a la Ría de Arousa y a la Isla de Rúa, con aguas tranquilas y recogidas. Esta playa tiene la mayor parte de los servicios propios de una playa de Calidad, siendo la playa mejor equipada de todo el Ayuntamiento.
Es una playa pequeña de unos 200 metros que bien representan una prolongación de la Playa de Cabío alterada por las rocas de “Pedra da Barca”. Precioso arenal de características similares al anterior y con los servicios de la Playa de Cabío.
Es un paraje impresionante que desde hace unos años se puede recorrer por medio de un paseo de madera encima de mar y rocas . En frente de la “Punta de Cabío” se encuentra un islote denominado “Illote da Ingua”, y detrás de la “Punta de Cabío” se encuentra la “Pedra da Moura”, mirador extraordinario de la Ría. La “Pedra da Moura” está compuesta por dos grandes piedras, una inferior en forma de losa, y otra superior con un acabado similar a una mesa irregular. Diversas leyendas adornan este espacio natural. Parece ser que una mujer musulmana enterró debajo de esa piedra un enorme tesoro. Los marineros de Pobra solían pescar en estas zonas de la ría a través de pesca artesanal con anzuelos. Los mayores sabían en que lugar exacto se encontraban los “curubelos” y en que momento del año picaban el anzuelo en un sitio concreto y una hora determinada, sin GPS, sino con marcas ancestrales. Su “brújula” son estas marcas o señales naturales del paisaje, y que pasaban de padres a hijos para localizar estos caladeros. Este “Illote da Ingua”, desde el mar, ofrece una imagen como si tuviera encima la “Pedra da Moura”. Esta señal era conocida por los antiguos marineros como el “Altar da Ingua”.
Desde “Punta Cabío” hacia el noroeste se abre ahora un abanico de pequeñitas playas, calitas vírgenes, que combinan rocas con arena blanca en estado natural, con pinares al pie de la playa o cañaverales. Muchas de estas playas son de difícil acceso con la marea alta. La primera de estas “joyas” es la Playa de Cabío que se llama así por situarse a los pies de la aldea de Cabío. Se extiende esta playa desde “Punta de Cabío” hasta “Punta Golfiña”, formando la propia playa calitas entre arena y rocas a lo largo de 500 metros. Hacia el final de esta playa existe un pequeñito manantial de agua cristalina dulce en la parte superior de la playa, que brota de entre la arena y las cañas sobre una piedra, por lo cual también se denomina al final de este arenal como “Playa de la fuente de piedra”.
Esta playa, igual que la anterior, es una secuencia de calas naturales vírgenes y vegetación de pinares en el borde del inicio de la playa, con arena blanca, recogidas y aguas tranquilas en el pleno centro de la Ría de Arousa. Vigila esta playa desde el mar la “Piedra Golfiña”, otra de las marcas maestras de los pescadores veteranos.
La conocida en el pueblo por Playa de la Ballena, oficialmente en medios digitales por Playa Ladiña. Es un arenal idílico, el “caribe” en Arousa, de 120 metros de playa de arena blanca, recogida, aguas tranquilas. Hace décadas apareció un enorme cetáceo varado en la orilla de esta playa, por eso es conocida en el pueblo con el nombre de Playa de la Ballena. En frente de la playa, en el mar, sobresale el islote “Ostreira”, nombre que toma de un castro situado en tierra y que servía de referencia como marca para los pescadores.
Lugar que rezuma tranquilidad y termina en la “Punta dos castriños”.
En la curva de “Punta dos castriños” se abre una pequeña playa de 100 metros de extensión que podemos denominar “Playa del vigilante”, pues durante décadas allí tenía una casa encima del mar el vigilante de las playas cuya misión era evitar el furtivismo del marisco. Aún pueden verse los pilares de la antigua casa del vigilante, el Sr. Rosendo, que realizaba esta misión que hoy realizan las cofradías de pescadores. Cerca de este lugar se encuentra ubicado el “Castro da Ostreira”. Estos 100 metros de playa podemos considerarlos una prolongación de la playa anterior con zona de rocas y arenal de playa.
Abandonamos la “Playa del Vigilante” y nos adentramos en una Playa de 130 metros de extensión, muy tranquila pero de arena pedregosa. Ideal para bañarse en un mar en calma y disfrutar nadando. La arena tiene mucha piedra, pero seguimos en un paraíso natural. En algunos medios tecnológicos se denomina a esta playa con el Nombre de “Playa de Diría”
La última de este conjunto de calas es la Playa de San Antonio. Es una playa que se extiende a lo largo de los siguientes 520 metros, desde la playa anterior hasta la desembocadura del río Xunderama. Bordea el muro del antiguo convento franciscano y continúa por el paseo litoral de la Iglesia del Maño. En su inicio tenemos una masa de rocas y luego comienza el arenal que se alterna con rocas. Al dar la vuelta a la punta del convento se aprecia un arenal claro con lomos de arena. Toda esta zona y la playa siguiente del arenal es una de los bancos de marisco más ricos de Pobra. En esta playa de San Antonio se permite el acceso a animales y mascotas. Hacia la mitad de la playa, en el muro del antiguo convento, está incrustada en al pared una antigua imagen de San Antonio, de gran devoción en la villa. Esta imagen siempre estuvo alumbrada con cera y sus luminarias servían de indicador a las barcas de pescadores que volvían de noche de la pesca. De este convento marcharon muchos frailes franciscanos a la evangelización de América en el siglo XVI y siguientes.
Es una playa tranquila, aguas limpias y recogidas, con ciertos servicios. En el inicio de la playa, en la zona que limita con la “Playa de san Antonio” también está permitido el acceso con mascotas. A lo largo del siglo XIX en esta zona estaban las fabricas de salazón que posteriormente en el siglo XX se transformaron en industrias conserveras convertidas en el motor industrial de A Pobra y de la comarca. Este movimiento industrial fue creado y liderado por los catalanes que afincados en Pobra en el XIX emprendieron esta reconversión industrial. Hoy en día desde la playa del arenal pueden admirarse parte de sus casas y parte de los restos de diversas fábricas. Este movimiento catalán pronto se insertó en la identidad de A Pobra y potenciaron diversas manifestaciones culturales de la época, entre ellas la de los pincheiros, identidad cultural que sostiene el proyecto Pincheiro AT. En la mitad sur de la playa puede admirar la casa de los Barreras. Delante de esa casa existía un puerto de madera en el que descargaban los marineros el marisco para la conservera de esta familia.