Las romerías son un elemento definitorio de Galicia. En torno a una capilla o cruceiro en una fecha señalada del año se reúnen las gentes de una parroquia para celebrar los oficios religiosos entorno a un santo: Misa, procesión, pujas o subastas… Una vez cumplido el rito, se pasa a la celebración profana: Comida en el campo, música de gaitas, bailes al son de la banda de música, etc.

En Pobra existe una fiesta que se asemeja a una romería “chica”. Es la fiesta del cruceiro de Moldes que se celebra todos los años el segundo domingo del mes de mayo en el límite que divide el Concello de Pobra del Concello de Ribeira en la carretera hacia el monte Curota. Allí debajo de un árbol se encuentra un hermoso crucero de Capilla cuyas imágenes miran hacia Pobra. Los cruceiros, encrucijadas de caminos, son señas de identidad de Galicia y muestras artísticas de gran valor.

Cuenta una leyenda que hace cientos de años el crucero miraba hacía el lado opuesto, esto es hacia las dunas de Corrubedo. Allí, en lugar de las dunas había un pueblo sumergido en el mal que no atendían a las repetidas llamadas a la conversión. Esto hizo que una tempestad ahogase al pueblo y sus habitantes con una gigante masa de arena dando lugar a las famosas dunas de Corrubedo o de Olveira. La Virgen al ver este espectáculo dantesco, decidió darse la vuelta mientras exclamaba: “Non quero ver tal!!!” Y desde ese momento se denominó con el topónimo de “Bretal” al lugar próximo a dichas dunas, y la Virgen prefirió quedar mirando para siempre hacia Pobra.

Los pobrenses agradecidos por este favor, acuden al crucero el segundo domingo de mayo a cumplir con los rituales religiosos y profanos. Rezan ante el crucero que rezuma historia, arte y tradición. Como cruceiro de capilla que es, tiene dentro una hermosa imagen de la Virgen sedente que muestra al niño Jesús sentado en sus rodillas y porta en sus manos una manzana, simbolizando que ella es la madre de Dios y corredentora de la humanidad, la nueva Eva que devuelve a la humanidad al paraíso de donde fue expulsada por el pecado de la antigua Eva al comer la manzana. La imagen es de fábrica gótica, de un acabado bellísimo. Igualmente el Cristo crucificado que corona la capilla del crucero es una obra gótica del XV con unos trazos y expresiones excepcionales, típicas de la espiritualidad tardogótica del Siglo XV, es decir, la expresión de Cristo es plácida y serena porque cumple la voluntad del Padre Eterno.